La mediumnidad es un conjunto de facultades que permiten a una persona tener contacto y poder establecer algún tipo de comunicación con el mundo espiritual. Algunos lo definen como un don, como una serie de capacidades con las que se nace.  Otros, como una sensibilidad especial para captar la esencia inmaterial propia de cada ser, empezando por la de uno mismo y continuando por la de aquellos que nos rodean, incluso aunque ya no estén en el mundo material.

En cualquier caso, la mediumnidad se puede desarrollar y ha d e trabajarse en sus distintas formas, todas ellas basadas en un tipo concreto de comunicación, de nexo de unión invisible entre el plano material y el espiritual, pero, en la práctica ¿Cómo desarrolla la mediumnidad?

Soy médium ¿cómo lo desarrollo?

Un médium es una persona que tiene la capacidad de servir de ‘puente’ entre el mundo físico y el espiritual, este último, igualmente real, pero no perceptible para todos. La mediumnidad es ese vínculo único que solo algunos pueden establecer tanto con el espíritu de aquellos que ya no están en el mundo material, como con el Espíritu en general, entendido como la energía oculta y positiva que permite el equilibrio del Universo.

Puede que empieces a ser consciente de tus capacidades porque has tenido alguna experiencia que así lo indica. Muchas personas descubren que son médiums porque notan que pueden sentir la energía o el áurea positiva o negativa de aquellos que les rodean, porque notan una presencia cercana, aunque no puedan verla, porque experimentan sueños premonitorios, escuchan susurros, ven extrañas sombras o incluso porque al tocar un objeto reciben sensaciones de aquella persona a la que perteneció.

Todos estos ejemplos son capacidades innatas que por supuesto no se ‘estudian’, pero es cierto que hay que desarrollarlas para que el don de la mediumnidad fluya y lleve a quien lo posee a una vida plena resultando, además, útil a quienes les rodean.

“La reflexión y la meditación son piezas claves en el desarrollo de las facultades de un médium, que debe intentar mantener su mente abierta a todo tipo de creencias, sin prejuicios, sin miedos y sin dar por hecho dogmas establecidos”, nos dicen desde el portal NumerosyAstros.com. El médium ha de buscar la clarividencia, tanto metal como emocional y espiritual y la meditación resulta un paso esencial para alcanzarla.

Ser médium implica una gran responsabilidad, que exige disciplina y trabajo interno a la hora de desarrollar la mediumnidad. Trabajar la propia autoestima, profundizar en la individualidad de cada ser humano como parte de un Todo, tomar consciencia de que la vida va más allá del mundo terrenal que conocemos y practicar la compasión hacia todos los seres de la Naturaleza son solo algunos de los pilares básicos en los que un médium debe incidir para desarrollar todas sus capacidades.

¿Cómo desarrollo mi don espiritual?

Como hemos indicado, un médium ha de esforzarse cada día por ampliar su capacidad para transformarse, cuando sea necesario, en una ‘puerta’ de comunicación entre realidades paralelas.

Por otra parte, y tal como recoge el escritor francés Allan Kardec en obra El libro de los espíritus, el desarrollo de este don espiritual ofrece distintas vías, es decir, esa íntima conexión con un espíritu puede llevarse a cabo y expresarse de distintas maneras.

Partiendo de la reflexión, la meditación y la apertura de la mente hacia nuevos entornos, la mediumnidad puede tener evidentes signos físicos. Objetos que se mueven, ruidos que surgen y que no tienen un origen que los justifique, apertura o cierre de puertas o ventanas, cosas que caen al suelo inexplicablemente… pueden ser signos claros de la necesidad de comunicación de un espíritu a los que el médium debe permanecer atento para que el contacto se produzca y para intentar conocer el mensaje que se quiere transmitir.

Trabajar los signos físicos no es la única manera de desarrollar este don espiritual. Son muchas las posibilidades de expresión de la mediunmidad, siendo algunas de las más frecuentes y destacables las siguientes:

  • Psicofonías. Es la capacidad de un médium para captar el mensaje de un espíritu y transmitirlo con su propia voz, aunque esa voz esté alterada o distorsionada y pueda parecerse, por ejemplo, a la que tenía en vida una persona fallecida. El médium puede transmitir el mensaje de forma consciente, pero en la mayoría de las ocasiones, esta forma de mediumnidad escapa al propio control del médium.
  • Visiones (clarividencia). Enfocar el desarrollo del don espiritual hacia la clarividencia es trabajo básico en cualquier tipo de mediumnidad, pero, además y en determinadas ocasiones, este trabajo acaba centrándose en la capacidad de percepción del propio médium, es decir, en su capacidad para ver o presentir de manera más o menos nítida la presencia de un espíritu que quiere comunicarse. Permanecer atento a cualquier gesto, sensación o visión complementaria exige máxima concentración para lograr que el mensaje fluya y el don se desarrolle.
  • Psicografías. En este caso, el don espiritual se desarrolla y materializa a través de elementos físicos muy concretos como son las imágenes o la escritura. El mensaje llega a través de un dibujo, de unos símbolos o de unas letras que forman palabras y que el médium puede plasmar en un papel de manera consciente o totalmente mecánica, cediendo su capacidad de escritura a ese espíritu que tiene algo importante que comunicar.

Estos son solo algunos ejemplos frecuentes de las distintas vías por las que puede derivar el desarrollo de los dones espirituales, unos dones que, hay que dejar claro, puede tener cualquier persona y además pueden surgir en cualquier etapa de la vida, aunque nunca antes hubieses sido consciente de ellos.

Reconocer la capacidad mediúmnica es el primer paso para poder desarrollar el don espiritual a través de los distintos caminos que hemos señalado.  Cuando una persona es consciente de ella y comienza a trabajar en su desarrollo, principalmente mediante la meditación, todas sus capacidades físicas y psíquicas entran en un estado de tranquila alerta con la que manifestar la predisposición a escuchar el mensaje que pueda llegar desde otra dimensión.

A esa predisposición hay que sumar el trabajo y el estudio que lleve a la plenitud esas capacidades. Conocer las principales obras y escritos que recogen las claves de las distintas ramas del Espiritismo, practicar a diario ejercicios de meditación, buscar el equilibrio interior y con el Universo, conocer y trabajar con las posibles herramientas que pueden ser puentes de comunicación con los espíritus como las cartas del Tarot, un péndulo, las rayas de las manos (quiromancia) o un cristal… desarrollar la mediumnidad requiere tiempo y de esfuerzo, pero lograr controlar y poner tu don espiritual al servicio de los demás no solo es útil sino gratificante hasta el punto de dar sentido a la propia vida.