En todos los estilos pictóricos, encontramos obras maestras que despiertan máxima admiración por su técnica, su belleza o su significado. Hemos hecho un repaso a través de la historia del arte y en este artículo te presentamos los 10 cuadros más famosos del mundo, aquellos que acaparan todas las miradas en las salas de los museos donde se encuentran y cuyo valor resulta incalculable. No ha sido fácil, pero aquí están algunas de las pinturas más famosas de todos los tiempos que, si tienes oportunidad, no puedes dejar de contemplar allí donde estén expuestas.
La Gioconda, Leonardo da Vinci
La famosa Mona Lisa es un retrato renacentista que Leonardo da Vinci pintó en los inicios del siglo XVI. Aunque no se sabe con certeza la identidad de la mujer retratada, se cree que era la esposa del rico comerciante florentino Francesco del Giocondo. El cuadro está expuesto en el Museo del Louvre de París, donde recibe la visita de más de 20.000 personas cada día. La enigmática sonrisa de la Gioconda y su particular mirada, que parece seguir a quien la admira, hacen que esta obra esté considerada como la más famosa del mundo. En el óleo, la figura femenina de medio cuerpo aparece enmarcada en un misterioso paisaje rocoso. En el retrato, Leonardo utilizó la técnica del sfumato, difuminando sutilmente los labios y los ojos de la mona lisa para a crear una imagen serena y enigmática. Los colores cálidos, el inteligente uso de la luz y la extraña expresión de la Gioconda hacen imposible dejar de mirarla.
La Noche estrellada, Vicent Van Gogh
Son muchas las obras mundialmente conocidas del pintor postimpresionista Vincent Van Gogh, pero su Noche estrellada es, sin duda, una de las más famosas. El genial y atormentado artista neerlandés la pintó en 1889, un año antes de su muerte. La obra refleja la particular visión del autor de la panorámica que contemplaba desde su ventana en el sanatorio de Saint Remi de Provence. Los colores vibrantes del cielo nocturno, las brillantes estrellas y las espirales que parecen moverse en la bóveda celeste contrastan con el paisaje terrestre, en el que destaca el campanario de la pequeña iglesia y un ciprés, que parece apuntar al cielo. El cuadro plasma el mundo interior de Van Gong en una composición magistral que se encuentra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Guernica, Pablo Picasso
El impactante Guernica es uno de los cuadros más famosos del mundo por el dramatismo que encierra y por ser una obra cumbre del arte del siglo XX, que recoge elementos expresionistas y cubistas con magistral ejecución. En el óleo, de grandes dimensiones, Picasso plasma el dolor y el horror de la guerra tras el bombardeo de la ciudad de Guernica en 1937. El cuadro, que se expone en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, recoge una serie de figuras icónicas que son un alegato contra el sufrimiento que provocan las contiendas. Su simbología, sus tonos grises y oscuros, cargados de tristeza y los geniales trazos del pintor malagueño han hecho que el Guernica sea un cuadro mundialmente conocido.
La joven de la perla, Johannes Vermeer
Sin duda, el rostro de la joven de la perla es uno de los retratos más famosos de la historia del arte. El cuadro, también llamado Muchacha con turbante, es la obra más importante del pintor neerlandés Vermeer, fechada en torno a 1665. Es un cuadro barroco, realizado en óleo sobre tela, que muestra a una joven de perfil con su rostro girado, mirando directamente al espectador y destacando magistralmente sobre un fondo oscuro que consigue crear un efecto tridimensional. El dominio de la luz, que logra centrar el foco de atención tanto en la mirada de la muchacha como en su famoso pendiente en forma de perla, convierten al cuadro en una obra maestra del siglo de oro holandés que puede verse en el Museo Mauritshuis de La Haya.
El Jardín de las Delicias, El Bosco
El Jardín de las Delicias es un enigmático cuadro del pintor Jheronimus Bosch que se encuentra en el Museo del Prado de Madrid. En realidad, es un tríptico que consta de una tabla central y dos laterales más estrechas y que al cerrarse muestra, en grisalla, una imagen del Génesis. Se estima que fue pintado en los inicios del siglo XVI (1500 – 1505) en óleo sobre madera y todo el cuadro es una alegoría sobre la creación del hombre y el pecado original. En el Jardín de las Delicias, el Bosco pinta con minuciosidad numerosas figuras humanas, de animales y vegetales cargadas de simbología, muchas aún por descifrar. La creación del hombre, el paraíso, el pecado y el castigo final: el infierno, se suceden en esta obra que requiere tiempo para observar y descubrir cada uno de sus detalles.
El grito, Edvard Munch
Pintado en 1893, El grito es una de las pinturas más famosas del arte moderno. La fuerza y la angustia que transmite la imagen de la figura protagonista, que parece gritar con horror, han dado lugar a numerosas interpretaciones. Se considera una obra cumbre del expresionismo y algunos expertos señalan cierto paralelismo con la obra de Van Gogh en el uso de las líneas curvas y el contraste de vivos colores. El inquietante cuadro refleja el mundo interior del pintor que perdió a su madre y a su hermana siendo niño. El grito, famoso también por las veces que ha sido robado, es una obra que, con líneas aparentemente sencillas, crea sensaciones de miedo y angustia que a nadie dejan indiferente.
El nacimiento de Venus, Sandro Botticelli
La delicadeza y sensualidad de esta pintura renacentista la convierten en una de las creaciones más aclamadas a lo largo de los siglos. Es una obra cumbre del Quattrocento italiano, pintada en torno a 1485 por Sandro Botticelli, por encargo de la familia Médici. La pintura recoge el momento de la llegada de Venus al mundo, representada sobre una concha marina y cubriendo sus partes íntimas con su cabello. La figura de Venus está inspirada en las esculturas greco – romanas y todo el cuadro está cargado de simbolismo, desde la extraña combinación de elementos vegetales y marinos, hasta la melancolía que parece marcar la expresión de la diosa.
Las Meninas, Diego Velázquez
Obra maestra de la pintura española, Las Meninas es también uno de los cuadros más reconocidos en el mundo por su extraordinario uso de la perspectiva y dominio de luces y sombras. Velázquez lo pintó en 1656 y tiene como figuras centrales a la infanta Margarita y a las damas de palacio que la atienden. Las Meninas está plagado de detalles que han dado lugar a distintas interpretaciones. Los padres de la infanta, que se reflejan en un espejo, los enanos que aparecen representados, o el propio Velázquez pintando, hacen que el cuadro encierre una extraña mezcla de realidad y elementos que, tal vez, nunca estuvieron presentes en el momento de su realización. Las Meninas puede verse en el Museo del Prado de Madrid.
La persistencia de la memoria, Salvador Dalí
Entre los cuadros más famosos del mundo no podía faltar una de las obras más representativas del movimiento surrealista de la mano de Salvador Dalí. Pintado en 1931 y actualmente en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, es un cuadro de pequeñas dimensiones cargado de simbolismo en el que aparecen los famosos relojes derretidos. También destaca una extraña figura que parece descansar sobre la arena de una onírica playa (algunos expertos creen que es un autorretrato). El reflejo del paso del tiempo y de sus efectos en los recuerdos y en la memoria se plasman en la genuina obra de Dalí.
La ronda de noche, Rembrandt
La exquisitez de este cuadro a la hora de captar cada detalle del color, la luz, las facciones de los rostros o la textura de los distintos elementos representados, lo convierten en una de las pinturas más famosas de todos los tiempos. Es una obra barroca, pintada por Rembrandt a mediados del siglo XVI. Como curiosidad, hay que señalar que en realidad el cuadro en origen no tenía un fondo oscuro, sino que representaba una escena diurna (además su nombre original era La milicia del capitán Frans Cocq). Fue el paso del tiempo, el uso de barnices inadecuados y los distintos ataques sufridos los que le dotaron de sus contrastes cromáticos actuales. Se encuentra en el Rijksmuseum de Ámsterdam y está en fase de restauración.